Esta publicación no solo existió como obra independiente, sino que deliberadamente la concebí como clausura del proyecto editorial. Un texto que funciona como instrucciones para despedirse resonó perfectamente con lo que necesitaba en ese momento: un punto final simbólico que me permitiera girar hacia nuevas direcciones. Tras esto, dediqué tiempo a completar publicaciones pendientes del catálogo R de Las Injurias. Después de Fiesta de despedida, no realicé más colaboraciones bajo el paraguas de esta editorial.